sábado, 19 de julio de 2008

CANES

Algo tengo que los perros gustan de mi. A la fecha, hay 6 canes que me han disfrutado, superando con creces la media. El último fue ahorita nomás. De hecho voy en la cuarta de 5 antirrábicas. No son tantas como antes, que eran como 14 y en la guata, pero la verdad, aunque no duelen, tení que darte la lata de ir al consultorio (para aquellos que somos de FONASA) bien temprano y esperar entre una multitud de cabros chicos llenos de mocos y de abuelos en las últimas.
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El primer perro me mordió la oreja y no fue sexy. Era un cachorro de pastor alemán y aprovechó que estaba horizontal en un pijama party para enterrarme sus filudos colmillos y atravesar el cartílago de mi élfico radar. Obviamente, sangre y un aumento de la deformidad de mi ya ridícula paila.
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El segundo fue más salvaje y asumo culpa al respecto. Fue en el campo, cerca del lago Colico, en el sure. Muy temprano en la mañana fui a comprar pan amasado a la casa de un lugareño como todos los otros días. Esta vez, sin embargo, me recibió el perro, quién, cual Laura Ingal, corrió desde la casa a través de la pradera a recibirme. Como ladraba a más no poder supuse que no mordía. Error por donde se le mire, porque apenas me alcanzó el lazy aquiltrao me clavó los dientes, visibles a 100 metros de distancia, en un antebrazo que apenas logró cubrirme la cara. Para mi fortuna el dueño venía siguiéndolo y le dio una paliza de padre, madre y señor mio, que, a pesar del daño (sangre y pedazos de piel colgando), logró generarme algún grado de cargo de conciencia.
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El tercero fue un maldito, porque se acercó muy piola por detrás mientras yo caminaba y sin siquiera chistar me apretó con los dientes los gemelos y salió arrancando. Una cagá chica oportunista. Pantalón roto fue el resultado. El quinto fue parecido, pero me ladró antes. Claro que como era enano, no le dí importancia y seguí no más. Era verano y como andaba en shorts, saco sangre, el muy... también salió cascando, y me imagino con una sonrisa en el hocico.
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El cuarto fue en la playa y este si me hace sospechar que algo tengo que le gusta a los perros. Era un pastor alemán finísimo, de esos que uno supone medianamente educados. Esperaba a su dueña a la salida de la panadería, muy sosegadamente. Habían pasado varias personas antes que yo, así que supuse que el este no me iba a hacer nada y simplemente me crucé por delante para poder entrar en la panadería. Por supuesto, bastó que le diera la espalda para que se levantara y me diera un mordisco en el culo como nunca nadie me lo había dado. Suena gracioso, pero me generó un hematoma que no me permitió sentarme tranquilo por el resto de mis vacaciones.
El de ahora fue un maricón. Andaba jevi apurado en la mañana y me cagó todo el día. Estaba con otros dos perros que acompañaban a una viejita y yo ya había cachado que le ladraban a cuanto gueón se les cruzaba, pero no pesqué. Además, venía una mina delante mio y dejaría que ella fuera su objetivo principal y yo, a sus espaldas, pasaría piola. Uno de los perros era de esos con cara arrugada que son como finos o típico de cola vieja; el segundo, blanco, chico, bien quiltro, con una especie de peto en el pecho; y el tercero, uno de esos que aparece en la ley de la selva y son de temer, también quiltro, pero parecido a un boxer o rotwailer o al demonio de Tasmania. Por supuesto, no pescaron a la mina y la cargaron conmigo. Así, durante una cuadra entera, los dos últimos, me hicieron compañía vociferando a un centímetro de mis extremidades. Al principio, me hice el duro y no les dí boleto (nada peor que una loca asustada huyendo por su vida), pero ante su insistencia, no me quedó otra que agarrarlos a chuchá limpia e infructuosa. Como los tontos parecían no entender y la cosa seguir, y en virtud de que ningún alma generosa me socorría, pensé en agarrar a patadas al que parecía más peligroso y que me ladraba por la derecha, pero de inmediato se me apareció en la cabeza esta cosa de P.E.T.A, como un letrero de neón titilante, y me achunché. Por otro lado, pensé en que si se veía atacado, iba a arremeter con más fuerza, directo a mi cuello y de un solo mordisco me destrozaría la carótida, el esternocleidomastoideo y ese trapecio que tantas horas de natación han logrado fortalecer. Me imaginé botado en la vereda, sobre un incesante torrente de sangre, abandonado a mi suerte y dando mi último suspiro de dolor, mientras cientos de cochinas palomas aprovechaban mi desgracia para darse un nutritivo desayuno como nunca antes se lo habían dado en una fría mañana de julio. Así y todo, estaba ya decidido a arremeter contra el perro de la derecha, cuando por detrás, y sin mediar aviso, la cagá chica blanca que me venía gueviando por la izquierda, agarra papa y clava sus colmillos por el lado de mi cuádriceps y se da a la fuga, llevándose consigo a su bravo amigo, un pedazo de mi pantalón nuevo y gran parte de mi dignidad.
La vieja, por supuesto, se desentendió, la gente, obviamente, no pescó y yo me quedé ahí parado, como pidiendo una explicación, con la media cara de pico, mi pantalón roto, el calzoncillo largo al aire y dos huecos insignificantes en mi pierna que me hicieron perder parte de mi garbo y prácticamente todo el día (después del consultorio me quedé en panne de baterías y la asistencia del seguro se demoró un siglo).
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Así no más con los canes. Bien pienso ahora que deberíamos ser como los chinos y de cuando en vez aprovechar que andan por ahí sueltos y que, aparentemente, no son de nadie, para meterlos en la olla y darse un buen banquete. No deben ser tan malos.
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Eso
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B.

6 comentarios:

.::Cocoon::. dijo...

Hola Blefa!! ;P

Que mal que seas de gusto perruno, lo que es yo tuve mi periodo de trauma infantil cuando un perro se me tiro encima por la espalda mientras arrancaba de el. Por suerte ni me mordió y por suerte solo me traumó el perro y no el hecho, digo yo ;P.

Eres uno de los sobrevivientes bloggers, gran merito...lo que es yo veo tan bonito mi blog que me da lata ensuciarlo con algo escrito sin ganas...facebook me entretiene mientras tanto (si te haces uno escribeme al mail, seria weno, habemos algunos por alla).

Un abrazo.
BYE!

Facinerosa dijo...

Es demasiada la fijación de los perros...quizás tienes un olor que hace que te quieran probar.
El gas pimienta es una opción para el resguardo de tu integridad(o la que te va quedando).
Saludos.

Unknown dijo...

calzoncillos largos?
te caché que me borraste de tu listado de puros machos :(

un beso

Gonzaloieb dijo...

Sólo una vez un perro quiso probarme... caminaba tranquilamente y un portón gigante estaba abierto... un perro salió tranquilamente, mordió mi pierna y volvió a entrar a la casa mientras se cerraba el portón eléctrico jajajaja
Ahora, al ver a un perro, mi camino siempre se desvía...

Saludos

Santiago Illapa dijo...

Yo odio a los perros por principios!!!! No me gustan para nada a menos que sean una cosa dulce y tiernucha que se asemejen en porte a los gatos y sean igualmente manejables.

La otra vez un perro asqueroso se me acercó por la espalda el muy maldito y me ho un piquete en mi bonito pantalón nuevo que lucía aquella tarde.

Confirme mi aversión a los canes ese día.

Doso dijo...

jajajaja me cague de la risa, solo recuerdo un avez y muy pero muy pendejo un amordida de un perro y fue literalmente de weon, este comia tranquilamente su festin, y yo mermela, le hice cariño en el lomo, el policial no tardo en mordeme toda la mano, pero solo apreto, dejando sendas marcar, pero sin romper!!! es lo unico qu erecierdo de mordedura.

Pero sabes, yo uso la antigua tactica de agacharte a coger una piedra y hacer como que se la tiras, santo remedio estos se alejan corriendo y no falta el perro niñita que sale gritando cual peñasco le hubieses tirado!!!

Jajajaj pero yo creo que los perros son habilosos, y tu algo malo debi tener, digo yo!!!!

Jajajaja

Abrazos
DOSO