miércoles, 22 de octubre de 2008

Ob_beo

No pasa mucho por estos lados. Me refiero al bló.

Aún no me decido a cerrarlo, aunque parece el paso ob_beo.

He madurado tanto, pero taannnnntttttooo.

No, mentiri.

No soy fan del FB, porsiaca.

Estoy corto de tiempo. Mucha pega.

Perdí el norte también. Al menos por estos lares.

Tengo 500 cosas que gritar al viento, pero parece que no es el lugar apropiado.

Me encanta mi pseudónimo. Es tan de estos tiempos.

Sería una pena botarlo sin una razón contundente.

Falta, sí, una contundente para mantenerlo.

Dilema.

No son 500 cosas. Son menos.

Tampoco grito.

Eso

B.

lunes, 1 de septiembre de 2008

EXAMEN

La semana pasada tuve examen. Me enajené un poco. Olvidé todo a mi alrededor y funcioné solo en terminos de aprobar. No bajé de peso unicamente porque amorticé mi mala alimentación con kilos de nicotina. No voy a cuestionar mi conducta, puesto que exámenes como el que tuve se dan solo una vez en la vida. Espero. Pero si me pasó que su importancia se diluyó en virtud de otros sucesos. No voy a dar la lata sobre las cosas simples de la vida, porque adhiero a eso de que antes muerta que sencilla, pero no puedo dejar de aportar sobre no olvidar las cosas que en verdad nos hacen sentir bien.
b
Dejo en suspenso los detalles, o mejor aún, me los guardo para mi, pero no podía dejar de plantear la cuestión.

Hay ciertos momentos y personas que hay que saber saborear.

Un beso y escriban. Es bueno saber de la gente.


Eso

B.

sábado, 19 de julio de 2008

CANES

Algo tengo que los perros gustan de mi. A la fecha, hay 6 canes que me han disfrutado, superando con creces la media. El último fue ahorita nomás. De hecho voy en la cuarta de 5 antirrábicas. No son tantas como antes, que eran como 14 y en la guata, pero la verdad, aunque no duelen, tení que darte la lata de ir al consultorio (para aquellos que somos de FONASA) bien temprano y esperar entre una multitud de cabros chicos llenos de mocos y de abuelos en las últimas.
b
El primer perro me mordió la oreja y no fue sexy. Era un cachorro de pastor alemán y aprovechó que estaba horizontal en un pijama party para enterrarme sus filudos colmillos y atravesar el cartílago de mi élfico radar. Obviamente, sangre y un aumento de la deformidad de mi ya ridícula paila.
b
El segundo fue más salvaje y asumo culpa al respecto. Fue en el campo, cerca del lago Colico, en el sure. Muy temprano en la mañana fui a comprar pan amasado a la casa de un lugareño como todos los otros días. Esta vez, sin embargo, me recibió el perro, quién, cual Laura Ingal, corrió desde la casa a través de la pradera a recibirme. Como ladraba a más no poder supuse que no mordía. Error por donde se le mire, porque apenas me alcanzó el lazy aquiltrao me clavó los dientes, visibles a 100 metros de distancia, en un antebrazo que apenas logró cubrirme la cara. Para mi fortuna el dueño venía siguiéndolo y le dio una paliza de padre, madre y señor mio, que, a pesar del daño (sangre y pedazos de piel colgando), logró generarme algún grado de cargo de conciencia.
b
El tercero fue un maldito, porque se acercó muy piola por detrás mientras yo caminaba y sin siquiera chistar me apretó con los dientes los gemelos y salió arrancando. Una cagá chica oportunista. Pantalón roto fue el resultado. El quinto fue parecido, pero me ladró antes. Claro que como era enano, no le dí importancia y seguí no más. Era verano y como andaba en shorts, saco sangre, el muy... también salió cascando, y me imagino con una sonrisa en el hocico.
b
El cuarto fue en la playa y este si me hace sospechar que algo tengo que le gusta a los perros. Era un pastor alemán finísimo, de esos que uno supone medianamente educados. Esperaba a su dueña a la salida de la panadería, muy sosegadamente. Habían pasado varias personas antes que yo, así que supuse que el este no me iba a hacer nada y simplemente me crucé por delante para poder entrar en la panadería. Por supuesto, bastó que le diera la espalda para que se levantara y me diera un mordisco en el culo como nunca nadie me lo había dado. Suena gracioso, pero me generó un hematoma que no me permitió sentarme tranquilo por el resto de mis vacaciones.
El de ahora fue un maricón. Andaba jevi apurado en la mañana y me cagó todo el día. Estaba con otros dos perros que acompañaban a una viejita y yo ya había cachado que le ladraban a cuanto gueón se les cruzaba, pero no pesqué. Además, venía una mina delante mio y dejaría que ella fuera su objetivo principal y yo, a sus espaldas, pasaría piola. Uno de los perros era de esos con cara arrugada que son como finos o típico de cola vieja; el segundo, blanco, chico, bien quiltro, con una especie de peto en el pecho; y el tercero, uno de esos que aparece en la ley de la selva y son de temer, también quiltro, pero parecido a un boxer o rotwailer o al demonio de Tasmania. Por supuesto, no pescaron a la mina y la cargaron conmigo. Así, durante una cuadra entera, los dos últimos, me hicieron compañía vociferando a un centímetro de mis extremidades. Al principio, me hice el duro y no les dí boleto (nada peor que una loca asustada huyendo por su vida), pero ante su insistencia, no me quedó otra que agarrarlos a chuchá limpia e infructuosa. Como los tontos parecían no entender y la cosa seguir, y en virtud de que ningún alma generosa me socorría, pensé en agarrar a patadas al que parecía más peligroso y que me ladraba por la derecha, pero de inmediato se me apareció en la cabeza esta cosa de P.E.T.A, como un letrero de neón titilante, y me achunché. Por otro lado, pensé en que si se veía atacado, iba a arremeter con más fuerza, directo a mi cuello y de un solo mordisco me destrozaría la carótida, el esternocleidomastoideo y ese trapecio que tantas horas de natación han logrado fortalecer. Me imaginé botado en la vereda, sobre un incesante torrente de sangre, abandonado a mi suerte y dando mi último suspiro de dolor, mientras cientos de cochinas palomas aprovechaban mi desgracia para darse un nutritivo desayuno como nunca antes se lo habían dado en una fría mañana de julio. Así y todo, estaba ya decidido a arremeter contra el perro de la derecha, cuando por detrás, y sin mediar aviso, la cagá chica blanca que me venía gueviando por la izquierda, agarra papa y clava sus colmillos por el lado de mi cuádriceps y se da a la fuga, llevándose consigo a su bravo amigo, un pedazo de mi pantalón nuevo y gran parte de mi dignidad.
La vieja, por supuesto, se desentendió, la gente, obviamente, no pescó y yo me quedé ahí parado, como pidiendo una explicación, con la media cara de pico, mi pantalón roto, el calzoncillo largo al aire y dos huecos insignificantes en mi pierna que me hicieron perder parte de mi garbo y prácticamente todo el día (después del consultorio me quedé en panne de baterías y la asistencia del seguro se demoró un siglo).
b
Así no más con los canes. Bien pienso ahora que deberíamos ser como los chinos y de cuando en vez aprovechar que andan por ahí sueltos y que, aparentemente, no son de nadie, para meterlos en la olla y darse un buen banquete. No deben ser tan malos.
b
Eso
b
B.

miércoles, 25 de junio de 2008

Despertar

Hace un frío horroroso. Me cuesta levantarme temprano. Siempre me ha costado, independiente de la temperatura, seamos justos, pero en invierno es más notorio el asunto. Pese a que bajo la ducha caliente la sensación de invalidez se disipa, esas horas de previa indecisión suelen ser agotadoras. Me descompensa el hecho de que toda esa energía acumulada durante el sueño para mantener mi cuerpo y su mal regulada temperatura en un nivel de grato confort, se haga cero (literalmente) con solo un abrir y cerrar de sábanas. Mi palacio no cuenta con un sistema inteligente de calefacción que se encienda automáticamente minutos antes de que abra los ojos, ni mi lecho con una de esas frazadas o cubrecolchón que electricidad mediante (horror) acalore mi despertar. Este hecho, sin embargo, temo, haría más dramático el transe. El invierno se convierte, así, en un pequeño infierno. ¡Qué burro el que lo soñó envuelto en llamas! Mucho más sensato y cercano a la realidad sería un interminable piso de cemento bien pulido o de un fléxit enceradísimo reflejando tenuemente la luz blanca de un inagotable amanecer a cero grado. Imagínense ahí, parados, solos, en cueros. Imaginen el dolor agudo del frío que sienten en sus pies desnudos extendiéndose al resto de la piel una vez que la fatiga, el hambre y el sueño, han abatido sus humanidades. Imagínense a Tunick tomándoles una foto. JAJAJAJAAJa. Hay que ser huevón para haber ido. Es que el trámite de levantarse es como pasar del amarillo permanente naranjo al azul ultramar light o como sacarse los guantes para lavar vasos con agua helada. Vasos profundos, de esos en que para llegar al fondo tus manos se apachurran contra el vidrio congelado, golpeando una y otra vez tus desvalidos nudillos.

b
Adoro a rabiar estar metido entre mis sábanas y debajo de mis frazadas, plumón y cubrecamas y más frazadas. Ese es mi lugar. El lugar seguro que uno imagina en terapia. No me importa el olor a poto, ala, peo, sexo y otras cochinadas que amanece junto a uno. Es en esencia el mejor espacio para compartir, jugar y hablar. ¿Como no va ser un trauma dejarlo enfriarse solito? Hay una simbiosis ahí. No cabe duda: el hombre es hombre desde que inventó la cama, las sábanas, las frazadas, el plumón (sobretodo el plumón), el cubrecama y las demás frazadas.

b
Eso

b
B.

domingo, 11 de mayo de 2008

Actualización

Uno debería ser más sistemático para escribir en este formato. Pero me da lata una parte del tiempo y la otra estoy muy ocupado. Otra parte del tiempo tengo ganas y estoy desocupado, pero no se me ocurre que escribir. Soy pura inspiración. Cero trabajo. No soy Picasso, claramente.

b
Estoy super bien. Les dejo mi primera pose, porque no se me ocurre nada más.

b
Eso

b
B.

PD: Si uno cree en la profecia (la peli), debería morir con una bala en la cabeza.
PD2: Que miedo la maldición del bló.



miércoles, 30 de abril de 2008

Obsesiones actuales

Tres asuntos se agitan en mi cabeza por estos días.
b
La vejez.
Estoy más viejo y me le nota. No hay caso. Aunque tenga alma de niño, igual nomas cada día que pasa me parezco más al pascuero (por no nombrar a Munrra). El otro día me encontré con una colega que le dió por tratarme de usted. No una cabrita con jumper pidiéndote la hora, no una novata con olor a vinagre pidiendo plata para que le devuelvan sus zapatos, sino que una C_O_L_E_G_A. Más joven, claro, pero salida de la universidad hace un rato y trabajando en lo mismo que yo. La muy perla me consideraba un señor. Juro que estuve a punto de cachetearla por falta de respeto, pero que ridículo me vería diciéndole que me tuteara. Sería como ratificar mi vejez o peor aun, sonaría como a solterona exigiendo el ita.
b
Aunque no quiera me da un poco de terror el asunto. Una vez me encontré con un compañero del colegio que no veía hace como mil años, y mientras conversábamos y me lateaba con su vida, yo empece a encontrar que se parecía a alguien. Era raro, porque ya no era la misma cara del colegio, sino que tenía un dejo distinto, como una caída diferente. Por más que lo miré, no pude cachar en ese momento a quién me recordaba. Finalmente, me despedí sin captar mucho de lo que me había hablado, y solo como a la semana después, me cayó la teja del mismo modo que surgen las inspiraciones de origen divino y comprendí que me había acordado de su papá. El ahora se veía como se veía su viejo cuando estábamos en el colegio. Jevi. Y me aterré, porque los mismos años podrían haber hecho lo mismo conmigo, y me imagine gordo, canoso, con doble pera y arrugado, y tuve que partir a verme a un espejo, porque se me aceleró el corazón, porque creí que me veía viejísimo, y casi tuve una crisis de pánico, y si no fuera por que había un baño cerca, me hubiera dado una crisis de pánico. Al final, no me parecía tanto, seguía con mi misma cara de todos los días. Logré engañarme de nuevo con que me veía joven. Hasta claro, me dice UD una colega.
b
(Esto último puede que ya lo haya contado. Si me repito, asúmanlo como un signo más de mi vejez)
b
b
El poto.
En realidad, mi poto. O más bien mi poco poto. O su inexistencia. El punto es ¿Cuan distinta puede llegar a ser la vida por tener un poto rico? Qué ganas de haberlo sabido, en cambio, tuve que enfrentar el mundo desde la escasez, mirando y envidiando (y deseando) esos potos gorditos, paraditos que sobresalen lo justo en tu perfil, que sujetan estratégicamente el traje de baño, que le dan confort a tus huesitos cuando te sientas, que pueden ser apretados, besados y mordidos hasta el cansancio, y que al mirarlos te levantan la líbido y dominan tu mirada.
Según D. estoy bien, pero el es amoroso. Y yo carezco de poto.
b
b
La plata.
Este debe ser un factor agitador de cabeza común para el 90% de la población, sino el 100%. Nunca me había pasado que fuera tan pobre. Ahora tengo deudas. Nunca las había tenido antes. Ahora compro todo en cuotas y no pago la tarjeta de una, sino que solo lo que me obligan mensualmente. Me sobregiré y me dio como cargo de conciencia. Lo peor, y vean cuan grave es la situación, es que solo he gastado en la canasta básica, osea, techo, luz, agua y alimentación. Bueno, me fui a Mendoza y me compré un kilo de ropa, y me comí y tomé todo, pero antes eso lo hacía igual y nunca me endeudaba. Ahora, tengo que contar los cigarros que fumo y los tragos que tomo. Mal. Lo peor es que probablemente esta situación dure un par de meses más, así que tendré que aprender a ser buen pobre y aguantarme no más las ganas que me bajan de hacerle un lifting a mi cara o regalarle unos implantes a mis nalgas.
b
Qué angustia ¿no?
b
b
Eso
b
B.
b
b
PD: Probablemente hay otros temas más importantes y urgentes, como la escasez de alimentos, lo que dijo el TC sobre la PDD, lo que está pasando en salud con la infraestructura hospitalaria, el asunto del cobre, etc. Probablemente. Pero si escribo algo de ellos ni fruta me mandan.

jueves, 17 de abril de 2008

Pensamiento


b

b

b
b
b
b
b
b
b
b
Mi vida será solo una anécdota
en la existencia de mis huesos
a menos
claro
me incineren.

B
Eso

B.
B.

martes, 8 de abril de 2008

Hombres UDI

Hombres de la UDI. Hombres de la Unión “Democrata” Independiente. Hombres. Suena bien esa palabra. Había pensado ponerles chicos de la UDI, pero suena mejor la otra palabra. Es más madura. Es más potente.
b
Han sonado harto esta semana. Han hablado harto, también. Deben andar contentos y celebrando. En fiestas llenas de cruces y rosarios, con el mejor caviar, y con harto golpe en el pecho y rasgadura de vestimentas. Podría ser todo muy erótico, porque son hombres. Pero son de la UDI. Pienso que deben andar felices con su triunfo. Eso les hace bien. Creen en el libre mercado, por lo tanto, son competitivos y el ganar les debe entusiasmar y hasta excitar. Apostaría a que la resolución del TC y la votación en la cámara de diputados algún escozor en el entrepiernas les causó, o al menos una descarga de feromonas que bien podrían haberse olfateado unos con otros. Especulo y fantaseo. Me encantaría pensar que llegaron a sus casas a vaciar este estrés, pero es probable que no. Los días de fertilidad no son muchos, y por otro lado, con tanto cabro, es posible que la inhibición haya ganado. ¡Con lo que cuesta criar! Una temporada en el baño probablemente les bastó. Supongamos que no son tan exigentes, aunque cueste creerlo.
b
Pongámonos serios. Primero el recurso que interpusieron ante el tribunal constitucional. Estaban en su derecho, no hay más que objetar al respecto, pero asumamos su actitud como una forma de fundamentalismo extremo que tira por la borda más de 50 años de análisis y trabajo en el tema del control de la natalidad y los derechos reproductivos, oscureciendo lo que la ciencia y la investigación seria han logrado mediante esfuerzo, rigurosidad y paciencia, con un manto de ignorancia religiosa y moralista solo vista en nuestros tiempos en países islámicos. Eso es no entender donde estamos parados. Eso es no empatizar con la realidad de miles de individuos. Eso es no creer en las capacidades personales de decisión y auto determinación. Eso es disponer, obligar y castigar. Eso es dictadura. ¿Son consecuentes y practican lo que predican? Capaz que si, pero no pongo mis manos al fuego por eso. Son hombres.
b
Segundo. Acusan a la ministra Provostre. Advierto que no estoy muy enterado de los pormenores técnicos que hacen legítima esta acusación, pero me llama la atención un aspecto de toda esta situación. Responsabilizan políticamente a la ministra de las irregularidades acontecidas en su cartera, a pesar de que la constitución de 1980, su constitución, no les da esa facultad. Chile es un país presidencialista, por lo tanto, las responsabilidades políticas y administrativas son jurisdicción del primer mandatario, en este caso una mujer. Asumen, entonces, su rol como si en ciertos ámbitos se requiriera una mano más dura para controlar. Además, vía distintos medios, enfatizan que no es una persecución judicial ni personal, aún cuando su constitución, insisto en eso, en el artículo 52, les da justamente ese rol. Para ser llamada al congreso y generar toda esta bataola la ministra debería “haber comprometido gravemente el honor o la seguridad de la Nación, por infringir la Constitución o las leyes o haber dejado éstas sin ejecución, y por los delitos de traición, concusión, malversación de fondos públicos y soborno”. Todos causantes de pena, judicialmente hablando. No soy leguleyo, pero algo huele mal en Chago. Los hombres de la UDI no usan las facultades que les atañen, pero se hacen de otras que no les corresponde. ¿No es eso inconstitucional? No soy leguleyo, itero, solo hago mías las palabras de otros que si saben, pero que no han llegado a ser tan titular. ¿De quien serán los medios? Yo solo me pregunto ¿Por qué es esto así? ¿Por que no acusar a la Provoste de la manera que ley les permite? La primera posibilidad es la ignorancia, pero no creo, ese librito de portada azul con letras blancas es el símbolo de su principal mártir, y si han llegado a conversar con el en sueños, bien lo deben de tener en la cabecera de su cama. Así que solidarizo más con la segunda posibilidad. Esto es un tongo. La teoría dice que una acusación dura posiblemente no correría la misma suerte de una acusación blanda, más si no existen los fundamentos para hacerla, y cuando se quiere ganar, porque no olvidemos que son hombres y que aman el libre mercado y la competencia, casi todo vale. Curiosamente, las dos con las que corren son mujeres y eso puede que los estimule todavía más, porque ya sabemos que creen, que para ciertos temas, no pueden pensar.
b
En fin, estos tipos son hombres y si pienso como ellos, no me queda otra que imponerles mis puntos de vista, mi moral y mi modo de hacer las cosas. Entonces, los veo tirando como en realidad creo que dios manda, no usando esa sabanilla ridícula que le impide a uno ver el cuerpo del otro, excitándose y fantaseando con la portadora de un buen escote, o quién sabe, con la textura de una pierna de abundante bello. Los veo siendo más consecuentes y tratando de saber que es lo que piensa y siente la gente. Siendo más pluralistas, aceptando las diferencias, o al menos admitiendo que estas existen y que no son enjuiciables cuando te molestan o se distancian de tu forma de pensar.
b
Pero no es así, y es posible que en algún momento tomen las riendas del este lugar. ¿Se imaginan? A lo mejor no sea tan peor, ya que como uno es más contestatario que espontáneo, tal vez sea la manera de hacer despertar a tanto ciudadano dormido que anda por ahí. Me incluyo en todo caso. También es de hombres proteger el territorio, aunque solo se demuestre cuando este se vea vulnerado. En fin, pensemos en esta posibilidad no como ciencia ficción, aunque tal vez si como el fin de los tiempos. Amen.
b
Eso
b
B.

lunes, 17 de marzo de 2008

ESCRIBIR

Me gusta escribir.
Me gusta escribir.
Me encantaría escribir.
Me encantaría escribir.
Ahora leo un libro satánico.
Ahora leo un libro satánico.
Sería feliz escribiendo un libro satánico.
Sería feliz escribiendo un libro satánico.
Eso
Eso
B.
B.

domingo, 9 de marzo de 2008

H.H.

Me quedan 20 páginas para terminar “Lolita” de Nabokov. Como ya había hecho una reseña en algún pós anterior, me excuso porque sé que me he demorado un kilo en leerlo, pero así soy para algunas cosas, sobretodo lento. También medio leso, pero ese no es el tema, o bien puede serlo, pero mejor dejémoslo entre líneas. Lo que me convoca, después de varios días sin escribir, tiene que ver con la voz narrativa del libro y el encantador efecto que me produce. No quiero parecer cursi hablando en términos literarios que apenas conozco y mucho menos hacer una crítica del libro, cuestión que supera con creces mi capacidades, y que por cierto no la necesita, pero me parece adecuado que al estar escrito en primera persona haga ese acote y que aclaremos que no se me ha pasado por la cabeza la tamaña sandez de andar criticando cosas sin tener la experticia para hacerlo. Sería extremadamente narcisista, ingenuo y boludo de mi parte siquiera pensarlo. Pasa qué, el protagonista, Humbert Humbert, si dos veces, más allá de las críticas que nuestra parte moralista pueda hacerle es en extremo un ser encantador. El hombre tiene una obsesión del todo pecaminosa, no está de más decirlo, que ha ido determinado fatalmente su vida y que ha, a modo de encontrar justificación a su hacer, estructurado un sutil cinismo que resulta la mar de atractivo (robo aquí una expresión de la traducción). La historia la deben conocer. Hay dos películas al respecto. No he visto ninguna, pero asumo que al menos una habrá plasmado esta característica que les cuento. El tipo es un pederasta a más no poder, vale decir, gusta, sexualmente hablando, de las niñas que habitan en ese limbo que sería la preadolescencia o pubertad más precoz. Ese limitado conjunto de años en que unas adormecidas glándulas en la zona media del cuerpo comienzan torpemente a liberar los mensajes que harán de cada uno de nosotros un hombre o una mujer hechos y derechos (aunque algunos no tanto). Ninfulas les llama, lo que equivaldría, creo, a futuras ninfas en estado de proceso. Aclaro altiro que me parece pésimo, del todo deleznable y por sobre todo una bajeza, pero ahí está el encanto del libro, porqué finalmente ante tamaña atrocidad ¿cómo es posible llegar a encontrar encantador al abominable ser que es capaz de destruir a quien ama por la sola necesidad de poseer? Ahí es donde aparece la tontera personal, sin perjuicio de los méritos del escritor, que ya sabemos ha inspirado a otros seres además de mi humilde persona.
b
Pensé que podría ser el narcisismo del personaje el que me atrae, pero no. Hay otro ejemplo, mucho menos realizado a mi parecer, e insoslayablemente más desagradable que H.H. No sé si vieron “Gotas de Agua Sobre Piedras Calientes” de Ozone. Ahí aparece otro de estos tipos abusadores, de narcisismo en magnitudes similares, pero sin la gracia del protagonista de mi libro, aunque con igual capacidad de catástrofe y destrucción. Solo hay que ver quienes lo acompañan: su amante antiguo que termina con tetas para complacerlo, la novia del amante actual que lo viene a rescatar y que sucumbe ante su encanto, y este último, un adolescente inexperto y fascinable, que cual idiota Romeo, no encuentra otra salida que acoger la mano de la muerte ante la imposibilidad de ser amado por el objeto de su amor. El ahogarse bajo la propia imagen aparece como una alpargata ante tanta desgracia. Además, narcisistas de la vida real he conocido y solo he enganchado significativamente con uno. En suma, no es ese el rasgo interesante.
b
He pensado, entonces, que lo que lo hace atractivo debe ser el cinismo con el que encara su dualidad de narciso y pederasta, y el sarcasmo que usa para, sabiéndose patético y absolutamente perdido (o desgraciado por la vida), superponerse a una realidad que ampliamente lo supera. Y eso puede ser que lo haga interesante, porque, abstrayendo la perversión puntual, bien podría(mos) instalarnos en su lugar y ver el mundo con la misma tenebrosidad e incompresibilidad que el lo ve, y con igual sinosidad (de sino) con que probablemente, porque no lo expresa, lo siente.
b
Admito, entonces, que de alguna abstracta manera de ver las cosas y el mundo que nos toca vivir, el cinismo y el sarcasmo se pueden transformar en un rasgo de personalidad del todo deseable de incorporar a la forma de enfrentar la vida. Suena feo y algo perverso, pero ¿no les parece, al menos, interesante y sutil? No sé, puede que me resulte fácil caer en ese juego y simplemente justificar con este personaje que encontré, mi reciente fascinación por estas dos características. Repito, no sé, mi tórpida mente no creo que sea capaz de aproximarme a una respuesta en este momento. Además, sospecho que hay cosas más interesantes por ahí que resolver. Debe haberlas o, al menos, debería.
b
Eso
b
B.

martes, 12 de febrero de 2008

Placer






Recuerdo perfecto la sensación física de cada Coca Cola importante de mi vida. Es una de esas cosas que gustan siempre, pero que de vez en cuando me producen verdadero placer.


Con el café me pasa similar, aunque no recuerdo los momentos precisos en que me ha sucedido, hay ocasiones en que la conciencia del final de la experiencia gustativa me produce desazón. Es más sutil que la bebida cola, más sublime podríamos decir. Bien podría tomarme otro y de hecho lo hago, pero no siempre es lo mismo. Es como cuando te gusta alguien. En realidad, la sensación se parece más a cuando encuentras atractiva a otra persona. No guapa, no buenamoza, no linda. Digo cuando algo de ese ser que se atravesó por tu campo sensorial te produce tal placer que no puedes despegar los ojos de él o no quieres que llegue el minuto de ponerlo fuera de tu alcance. No sé si ese sea el adjetivo preciso, ando corto de palabras en este momento. Tampoco tiene que ver, necesariamente, con una cosa sexual. Me ha pasado con hombres y mujeres, aunque sé perfecto hacia donde se inclina la balanza. El punto es, existe gente a la que, si pudieras, le robarías un pedazo y la mantendrías siempre contigo como una forma de eternizar o volver a reproducir el alboroto que generó en tu órgano sensorial. Lamentablemente, tengo la sensación de que si se pudiera, no sería lo mismo. Igual que el café. Puede ser que el contexto participe también. Si es así, conviene siempre disfrutar de ese último trago tanto como del último minuto.
b
Dicen que el café es un símil simbólico del sexo. Tu opinión sobre este, es tu opinión sobre eso. Como te guste el primero, te gusta el segundo. No es mi palabra, es la de los psicólogos, aunque reconozco que algo de sentido me hace.
b
Eso
b
B.

sábado, 2 de febrero de 2008

who is the bitch?

- Hola, te puedo hacer una pregunta.
- Si, obvio – respondo con amabilidad innata.
- ¿Ustedes son amigos?
- Si, claro.
- Ya, pero ¿son buenos amigos?
- Si, somos buenos amigos.
- Disculpa lo destemplada, pero ¿son de esos muy muy buenos amigos?
b
Ahí recién levanté mi ceja derecha y comprendí hacia donde se dirigía todo este interrogatorio. El lugar era un bar con un exquisito crudo, un mejorable pisco sour y unas incomodísimas sillas ubicado en el Barrio Lastarria. Habíamos pasado con D. a tomar y comer algo a modo de bajativo luego de una estupenda, aunque ligeramente muy intelectual obra de teatro que daban en el Goethe. Las preguntas empezaron cuando ya nos habíamos zampado el crudo y comenzaba yo a disfrutar de la mitad inferior de mi segundo sour. Aprovechando una visita al baño de mi contertulio, la vecina de la mesa de atrás de mi se levantó y se acercó hasta donde me encontraba y arremetió de la forma antes descrita.
b
- A ver, ¿Qué es lo que quieres saber?- le contra pregunto intentando tomar el toro por las astas y manejar la situación.
- Mira, lo que pasa es que estoy en la mesa de atrás y los he estado mirando, y quería saber siii... bueno, si ustedes... sé que que es una patudez... si en el fondo ustedes son pareja... o sea, si son gays.- me contesta arrastrando etílicamente la mayor parte de las silabas.- Solo eso.
- ¡Solo eso!- le respondo asintiendo como si las cosas fueran tan simples como ella las plantea.
- Si, solo eso.
- ya, pero no te voy a contestar algo así- Agrego mientras esbozo la mejor de mis sonrisas.
- ¿Por qué? - grita como buena mina borracha.
- Porque lo que yo haga no me parece que sea de tu interés.
- Pero te estoy preguntando por algo.
- Si, pero no es tema para ti.
- Mira, no tengo ningún problema con que sean Gays. Solo quiero saberlo.
- ¿Y por qué tendría que contarte algo así? ¿en que te cambia la vida?
- Es que encontré guapo a tu amigo – Me responde picarona- y si no son pareja, entonces... tu sabes. Ya poh, ¿son o no son?
- ¡Qué golozo de tu parte!, pero ya te di mi respuesta. – le digo en un tono que a esas alturas evidenciaba una mezcla de risa, pica y tosudez. En realidad podría haberle contestado, no tengo mayor atado con eso y tampoco suelo ser con mis parejas todo lo discreto que a lo mejor debiera, pero para ser franco, me había empezado a caer gorda su tan equivocada actitud de formamos parte de un mismo carrete y, por lo tanto, tengo derecho a preguntarte hasta por el color de tus heces. Así que para dejar lo más claro posible su errado enfoque, le sentencio.- Básicamente, solo eres la vecina de la mesa de atrás, osea, cualquier persona, nobody, no voy a decirte a tí, quien o quienes son mis parejas.
- Que pesado!!!!
- Si, mucho.- le respondo tratando de dar lo más posible en el tono Almodovar, mientras, por el otro lado de la mesa, se reintegraba D. con sus problemas ya resueltos y cara de claramente me he estado perdiendo de algo. En virtud de eso, decido integrarlo a la conversación.- Preguntale a él, a lo mejor te ayuda más que yo.
- Hola.- Saluda la mina acercando una silla y su copa de vino blanco, al mismo tiempo que con un gesto tipo no me gueveen hace callar a los otros tres que la acompañaban en la mesa de atrás. Se sienta al lado de D. y con su cara muy apoyada en la mano y una notoria inclinación del cuerpo hacia el objeto de sus deseos comienza a narrarle.- Estaba celebrando mi cumpleaños en la mesa de atrás, y me quedé pegada mirandolos...
- ¿Mirándolos?- interrumpo.
- Si, mirándolos y me llamaron la atención y quise saber si eran pareja. Yo no tengo problema con los Gay, pero creo que tienen que asumirse. Entonces le pregunté a tu amigo y no me ha querido responder. Es bien pesadito el, pero a ti se te ve más amigable. ¿Qué me dices?
b
D. Obviamente se cago de la risa y la quedó mirando con cara de por favor dame más datos que esto está graciosisimo. Le preguntó el nombre, cosa que a mi se me había pasado groseramente por alto, le dijo los nuestros y, luego, la molestó un rato con mis mismos argumentos negándose, también, a darle una respuesta. Ella, ya con bastante menos vino en su copa y fumándose mis cigarros, le deja bien en claro que lo había encontrado minisimo y que eso explicaba en parte la insistencia que había mostrado. No escatimó en recursos tampoco para hacerme entender que la cosa era con D. y que producto de mi amaneramiento, si bien era bonito, le era tan atractivo como Lemebel. Acto seguido empezó con una historia sobre su cumpleaños y una mega fiesta y un pololo en el auto con otra y amigos como el hoyo y todo un drama que resultó tan aburrido como su aspecto, porque si yo era el escritor aquel, ella tenía tanta gracia como la Señorita Astrid de Hermosilla y Quintanilla. Entonces arremetió de nuevo. Que no tenía nada en contra de los gays, que tenía amigos así, pero que tenían que asumirse, que no se podía esperar que la gente los quisiera si no se asumían y todo un discurso pobre sobre la “enfermedad” que del lugar común no salía y que tenía tanta consistencia y realidad como Ariel de la teleserie Machos. Finalmente, en vista que era su cumpleaños empezó a exigir que le contáramos si eramos o no pareja.
b
- ¿Qué crees tu? - Le pregunta D., derechamente coqueteándole. - Te apuesto que tienes dotes de pitoniza o de bruja.
- Ya poh, cuentame.
- No, en serio. Tienes un luc como de adivina. Un aura, una cosa especial...
- A Yolanda Sultana.- Interrumpo, ganándome una de esas miradas hechas para matar.
- Ya, ok. ¿Que pasaría si fueramos Gay?.- Le pregunta D. con el objetivo de ir lentamente buscando un final a esta conversación.
- Sería total. Les desearía lo mejor. Lo encuentro súper lindo que salgan juntos con los dos y se muestren. Yo los apoyo, pero tienen que aceptarse ustedes primero. Así el mundo los va a aceptar después. Pero primero ustedes. Luego el resto. Ustedes primero
- ¿y qué pasaría si no fueramos Gay? - le pregunto yo.
- Te cago y me como a tu amigo, obvio.- Me responde casi de inmediato enfatizando la segunda palabra y haciéndonos cagar de la risa. Obviamente, aunque no fuera gay, igual iba a seguir siendo Lemebel para ella, y me lo dejo muy claro cuando dado los puchos que le regalé, le tomo un sorbo a su copa de vino y sin más me la quita de los labios.
b
Por suerte, después de esa intervención, sus amigos la empezaron a cargosear y se fue a sentar un rato a la otra mesa. Nosotros aprovechamos y pedimos raudamente la cuenta. Mientras salíamos, D. se despidió caballerosamente mientras ella le hacía gestos de ruego. Yo, más atrás, me tomé mi tiempo y mientras salía le regalé una última mirada. Fue gracioso, porque sus amigos la retaban por haberlos dejado botados y ella con cara de peste solo atinaba a asentir y hacer pucheros. Al cruzar las miradas se despidió arrugando su nariz y mostrándome la punta de su lengua y yo, en cambio, con una sonrisa de triunfo en mis labios. Nice.
b
Eso
b
B.

viernes, 25 de enero de 2008

Lo que va del 2008



Ji ji ji ji ji ji ji.

Esto es lo más literal que puedo ser.

Asi ha sido hasta ahora mi 2008.

Amigo nuevo que adoro.

Amiga antigua que es la mejor.

Cierre de circulo.

Reencuentro.

Sobre todo reencuentro.

Ji ji ji ji ji ji ji ji

Eso

B.

miércoles, 16 de enero de 2008

Sin titulo

Me desperté en la mitad de la noche. Mi hermano estaba asomado a la ventana, con la mitad de su cuerpo hacia afuera y con los brazos cruzados tomándose ambos hombros con las manos. Vestía una polera blanca y tenía el pelo mojado. Me acerqué rápido a donde se encontraba, lo tome como pude y lo jalé hacia el interior de la pieza. Estaba como autista y tiritaba. Me pareció más pequeño de lo habitual. Fácilmente se dejó llevar y cayó sobre su cama como en trance. Algo raro estaba pasando, era obvio. Le pregunté, pero no dijo nada, solo tiritaba. Le volví a preguntar y solo llevó sus manos a la cara y los puños a la boca como si quisiera tragárselos. Prácticamente saltaba sobre la cama, así que me tiré sobre él e intenté cubrirlo con mi cuerpo. Efectivamente, estaba más pequeño. Algo dijo, pero solo escuché balbuceos que se filtraban entre sus dedos. Le volví a preguntar pero más fuerte, ahora sonaba a orden. Me violaron fue lo que alcancé a oír y mi estomago dio un solo y rotundo golpe que llegó hasta donde comienza mi garganta. Me estremecí y temblé también. ¿Pero como? ¿Cuándo? ¿Quién? Sentí que le decía, mientras pensaba que en realidad ya lo sabía. Ahí fue cuando desperté de verdad. El corazón literalmente me rebotada al interior del tórax. Había sido un puto sueño, una desubicada pesadilla que me había pillado en una noche en que temía pasar insomne. Todo tan bien en la vida no podía dejar de tener su contraparte en sueños. Mil años que no me pasaba.
b
Raconto. El comienzo de esta linda experiencia onírica fue en una especie de parque, que daba la idea de un valle del Cajón del Maipo. Mi casa formaba parte de un conjunto habitacional solitario que se encontraba inmerso en este lugar; mucho verde y pasto como silvestre. Casas de dos pisos pareadas por ambos lados. Los vecinos de la derecha eran unos argentinos espantosos que desde el inicio del sueño se dedicaban a tirar basura al camino y a las casas que tenían a los costados. Botaron una máscara como de muñeco de supermercado, onda Barnie, hacia la calle y para mi lado una especie de gorro chino hipergigante adornado con guirnaldas de colores. Cuando les reclamé, apareció el jefe de familia, muy borracho, con una botella de vino de esas de litro en la mano a medio tomar. Curiosamente, la reja que nos separaba tenía una puerta que comunicaba ambos jardines. Desde ya les digo, una pésima idea de parte de los arquitectos. Entró a increparme sin mucho argumento, diciendo que hacía lo que quería y que además su hija era limítrofe de la cabeza y que, por lo tanto, el estaba en su derecho de hacer lo que le parara el orto (literal). Todo esto con una agresividad de la puta madre, que se incrementó cuando entró su esposa, dando tumbos contra la reja y zigzagueando de lo lindo mientras se acercaba. De patio. Vestida con una pollera de una pieza como setentera, bien floreada, con el pelo hecho una maraña y del cual le colgaba una zapatilla converse verde, muy similar a unas que yo tengo. La oniricidad permite cualquier cosa. Entre ellos chuchadas iban y venían, hasta que él definitivamente decide mejor callarla a punta de puñetes y patadas. Ella desaparece y él se viene contra mi. Lo encaró con algo, porque soy así de valiente cuando sueño, llamó a los pacos y desaparece amenazando. Abrazado a mi hermano esa misma noche, supe que sus amenazas se habían cumplido y que aprovechando algún momento del día en que quedó solo y desprotegido, porque en el sueño mi hermano era como puber, fue y se lo violó. Tuve la certeza absoluta de que eso era lo que había pasado, aunque el hecho en si fue editado.
b
Fue tanto el frío que sentí cuando desperté que tuve que cerrar la ventana y volver a taparme con el cubrecamas que en algún minuto debo haber lanzado lejos producto del calor. Ya con la seguridad de que nada de esto había pasado ni ahora ni nunca, porque a veces uno se queda como medio dormido y medio despierto y sigue actuando en la realidad bajo los influjos de la experiencia onírica, me percaté que estaba solo y me dio un terror como pocas veces había sentido antes. Me vislumbré vulnerable, delincuencialmente hablando. La puerta no tenía puesto el seguro y cualquier persona podía llegar y abrirla usando una tarjeta de crédito o cualquier otro artefacto hecho específicamente con ese objetivo. Entré en pánico. Pensaba que de más debía haber alguien que quisiera hacerme daño. Me imaginé encañonado y obligado a hacer lo que fuera por conservar la vida, o pateado en el suelo hasta la muerte, o tajeado en la cara como en una película sobre una modelo que una vez vi, o como el tipo de “Mejor Imposible”, que después ni el perro le tenía estima de lo averiado y traumatizado que quedó. Podía ser cualquier estúpido que quisiera robarme mi computador, o un grupo de sucios nazis que me investigaron y me siguieron hasta dar con el momento ideal, o el viejo barbudo que pide monedas en la esquina y que me mira de reojo, o el tipo al que no le di mi celular una noche porque lo encontré feo... Santiago estaba lleno de gente que quería hacerme daño, y yo ahí, solo, con la puerta sin seguro, en un mundo en el cual si uno no grita fuego, te pueden pasar un tractor por encima en la mitad de la noche y nadie ver ni oír nada. Pá_ni_co.
b
Los ruidos se hipertrofiaron. La cama del vecino que cruje, los perros que ladran, los autos que pasan, alguien que entra desde la calle al “condominio”. Luego, pasos en la escalera del pasillo y la puerta del depto abriéndose no sin dificultad. Finalmente, una tos familiar y el sonido del computador de mi compañero de vivienda que se encendía. Ahí respiré y me quedé inmediatamente dormido. Parece que fue mucha la adrenalina liberada entre el sueño y sus consecuencias. Además, ya no estaba solo. Jevi. Satánico más bien.
b
Necesito que que alguien me cuide, es la única conclusión a la que he llegado.
b
Eso
b
B.

Aclaración: por siaca, mi hermano está regio, estupendo. Un poco gordo, pero bien. El sueño no tiene ni un apice de realidad. Verificado cien porciento.

miércoles, 9 de enero de 2008

Cosas no más que me le ocurren

Cuando era chico fui una vez con mis papás a veranear a Morrillos. Para el que no lo conoce, es una playa cerca de la Serena, un poquito más al sur. Fue hace mucho tiempo, probablemente el último verano antes de que se separaran. O el penúltimo a lo mejor. Los recuerdos de cuando uno es chico se mezclan y pierden temporalidad, solo tengo claro que eramos familia completa ese verano. Pero bueno, no es el tema tampoco, aunque sepan que hay cosas que a pesar de que suenen peor, son mejor. En fin, el punto es que ese verano salimos a Morrillos y lo hicimos en grupo. Nosotros en cabaña y unos amigos de mis papás en carpa. Ven, aquí hay un ejemplo de lo que les decía, porque las cabañas eran mínimas, feas, sin luz, y muchísimo más fomes y menos lúdicas para la mente de un crío, que todo un mundo de nylon y fierros. La otra familia habitaba un mega complejo, con pasadizos, habitaciones, cocina y más habitaciones sobre la arena, a un paso del mar, a un paso de dunas gigantescas, muchísimo más lejos de Santiago y su aburrida cotidianidad, de lo que puede estar una cabaña de madera con solo dos piezas y una cocina. En realidad era un pibe. Recuerdo que ese verano supe del cincopatas de Viña, y me lo imaginaba corriendo detrás de sus víctimas y a ellas, muy ilusas, intentando escapar sin saber que cinco piernas corren más rápido que solo dos. Pobres, pensaba. Pero tampoco es tema. Debimos haber estado dos semanas completas, aunque pueden haber sido tres, la verdad, no sé como era el régimen de vacaciones para esa época, pero el congrio frito con ensalada de tomates, de casi todos los días, se me hizo un poco eterno. La familia en cuestión tenía hijos también. Dos gemelas más grandes que yo, e incluso que mi hermana, ya un año mayor, un hijo y una hija, que bien pudo haber sido una prima, o al revés. El cabro era de la misma edad que mi hermana, o sea, casi dos años mayor que yo y la niña, debe haber tenido mi edad o un poco menos. En esa época un año parecía un mundo. Estar en tercero o cuarto básico, no era lo mismo que haber pasado el quinto o sexto, así que yo con mi hermano chico me juntaba con la hija o prima, y mi hermana con las gemelas y el hijo o primo. Yo era tímido además, lo que incrementaba las diferencias y dividía aun más los grupos. Hasta el día de hoy me he juntado con gente de menor edad que yo, lo cual bien podría ser un déficit del desarrollo del cual nadie se dio cuenta, pero no es tema tampoco y no nos vamos a explayar sobre eso. El cuento es, para no aburrir, que durante 14 de los 15 días se formaron dos grupos claros y cada cual hacía en la playa y alrededores, sus actividades conforme su naturaleza o su edad disponía y, la verdad, no hubo mayores problemas. Pasó si, que el penúltimo día, las mujeres del grupo salieron a hacer quien sabe qué y nos quedamos el hijo o primo y yo con todo un día por delante. Los papás dormían siesta y las mamás, se fueron con las niñas. Ja, este momento da para pensar obscenidades, pero sepan que nunca jamás, a riesgo que me caiga escupo en la cara, contaría cosas así. La custión es muchísimo más simple y compleja, o al menos así quiero creerlo. ¿Nunca tuvieron un momento en su infancia en que conocieron a alguien, un niño igual que ustedes, a lo mejor algo mayor, a lo mejor algo menor, que de puro pasarlo bien, generaron un lazo, que al menos para uno, fuera enormemente significativo? Pues así fue para mi. No puedo retener los momentos precisos, ni explayarme demasiado en memorias que no aparecen en mi mente, ni explicarme que fue lo que pasó o por qué al día siguiente sucedió lo que sucedió; la memoria de un niño chico, o solo la mía tal vez, no logra configurar las razones del por qué ni, penosamente, del cómo. Solo me queda la sensación de haber pasado ese día anormal más increíblemente que todos los otros días de los que llevábamos de verano, de haber rodado infinitas veces por las gigantescas dunas, de haberme reído como nunca antes en mis cortos años, de haber tenido al mejor amigo por un día de mi historia, de haber idolatrado su imagen (para mi) de adolescente con pelo a lo príncipe valiente, de haberme negado a ir a despedirme al día siguiente cuando se iban por más insistentes que mis padres pudieron haber sido, de haber llorado a escondidas con un chupetín rectangular de gelatina de chocolate y café que nunca más en mi vida volví a encontrar, y de no haber podido borrar esa imagen patética de mi personita en pantalones cortos, sentado en una vereda, chupetín en mano, negándome a todo lo que me proponían, con la conciencia tan clara de que había conocido a alguien tan querible y, desde ese momento, tan entrañable, como nunca antes me había pasado. Solo recuerdo que no podía sacarme de la cabeza que tuve la oportunidad de pasar 15 días con él y que solo el penúltimo me di cuenta de lo extrañamente atractivo que me parecía. Ahí, se vuelve todo penumbras otra vez. A lo mejor al día siguiente nos fuimos nosotros también, o pasamos más días, o nos pasaron a dejar a la casa de la playa de mis abuelos para completar el verano, mientras mis padre se iban solos, a lo mejor por última vez, a trabajar de lunes a viernes y a visitarnos solo los fines de semana de lo que restaba de vacaciones. No sé ni me interesa recordarlo. La sensación anterior es la que vale en todo este cuento.
b
Este fin de semana me fui a la playa, a la casa de mi mamá. Ella estaba con mis sobrinos, y mi hermana, mi cuñado y yo llegamos el viernes en la noche, tal y como lo hacían en esos años mis papás. Nada especial. La última noche se fueron todos a acostar relativamente temprano, y yo, que no me duermo jamás antes de las doce, salí a la terraza a fumar y tomar cerveza. También llevaba mi lectura de verano (Lolita de Nabocov), que no alcance a abrir, cuando llegó mi madre. Sin mucho preámbulo me hizo preguntas sobre mi condición. Ni ella ni yo sabemos bien como llamarla cuando conversamos. Estaba un poco angustiada sobre si con esta custión se nacía o si había algo que ella o ellos, padre y madre, hubieran hecho para que se desarrollara. Era una tarea que le había mandado a averiguar su psiquiatra. Conversamos harto. A lo menos dos cervezas y varios puchos sobre el tema. Entre todo, le dije que tenía la convicción, más no la certeza, que esto venía desde el útero y que no recordaba ningún trauma atroz que pudiera haber sido causa. Pasando en alto el tema de la separación, mi vida había sido bastante feliz y placentera. Creo que quedó tranquila. Al menos yo lo estaba. La soledad en que me dejó cuando se fue la sentí mil veces más amiga de lo que hasta varios años atrás pudiese haber sido. No pude comentarle esto que cuento ahora, porque no lo recordé en su momento, pero sumado a otras cosas, de las cuales solo pocas mencioné, pareciera ser que esa certeza tan poco plausible toma cada vez más forma. Aunque la verdad de las cosas, mientras más lo pienso, es de las cosas que menos creo que importa.
b
Eso
b
B.
b
PD: me corté el pelo. Me quedó atroz la parte de atrás, pero como este es un 2008 positivo, en que lo he pasado tan rebien, que a lo hecho teta y feliz.

miércoles, 2 de enero de 2008

Tres memorias

Tuve alguna vez un profesor que nos decía que la inmensidad no tiene escala humana y que invariablemente las culturas han tendido a acotarla a espacios que sean alcanzables por nuestra terrenalidad. Ponía como ejemplo un gran ventanal frente al mar que abarcara todo el horizonte, con vista irrestricta a esa línea curva que el ojo no es capaz de ver, pero la mente si de imaginar. “Sería insufrible” decía, “de vivir ahí, perderíamos la razón”. Por eso se instalaban columnas, se cuadriculaban ventanas, se plantaban arboles; solo con el fin de controlar la magnitud de lo inmensurable y, así, evitar que nuestro sistema sensor se mareé y estalle. No sé porque me hizo sentido ahora y no antes. 2007 y 2008, no son sino la continuidad del tiempo acotado en razón del cumplimiento de un ciclo previsible. Sabemos que lo que sigue ahora es el verano y después el invierno y luego nuevamente el verano y otro año más. Puedo decir, sin pensar en lo poco lógico que resulta, que el año pasado fue pésimo y que el que viene va a ser maravilloso, mientras el 2009 queda cubierto por un manto de innecesidad que se irá velando con el transcurso de los meses. El corto plazo nos mantiene en tierra. Lo que me resta de vida se transforma solo en un sueño, y nos podemos dar el gusto de hacer lo que se nos ocurra con el hasta que se corra el último manto y encaremos, finalmente, nuestra finitud. Me gusta tener esa conciencia.

Todos los años en mi colegio, el tercero medio le regala un fondo de escenario al cuarto para su graduación. Generalmente son cuadros de algún artista conocido pintados al látex, tamaño extra large. De Dalí, de De Chirico y de Magritte me acuerdo haber visto. Para cuando yo salí del colegio nos pintaron el Icaro de Matisse. La típica imagen en fondo azul de un cuerpo negro con corazón rojo cayendo desde un estrellado cielo. Es demasiado clásico. La típica postal de todo museo de bellas artes del mundo que se digne de tal. A mi me gusta, aunque es cuestionable que sea la imagen que te acompañe en lo que se supone es tu partida al mundo adulto. Primero, porque Icaro era más bien un niño que al parecer nunca dejó de jugar, y segundo porque el mito habla de los resultados del olvidar nuestra condición humana e intentar de ir más allá. Me suena un poco a advertencia: mantente entre el cielo y el mar, aunque el calor del sol te incite a elevarte; y me suena mucho a profecía: son la peor generación en años, este será seguro su destino. Si es lo primero, que triste vivir en el terror de mantenerse en línea, a la altura justa entre el mar y el calor del sol, entre que se mojen tus plumas y se te derritan tus alas. Si es lo segundo, refresca un poco saber que al menos conoceremos la gracia del sol. No sé, raro.
b
“Todos algún día, impajaritablemente y hagan lo que hagan, se encuentran con un ángel. La mayoría no se da cuenta. Sus alas no siempre son visibles, pero las tienen. Yo pude verlas en el contraluz del amanecer, justo al ocaso de su visita. Aunque pudo ser el efecto del sueño, quiero pensar que desplegó sus plumas al momento de partir como una confirmación del milagro que dejó en mí. En cualquier momento te visita el tuyo. Solo espera”. Me dijo una amiga hace mil años, cuando recién estaba entrando en mis años lesos. Era una historia bien bonita, y bien normal. El detalle estaba en ella y su sensibilidad. Creo que hablaba en metáforas, que una persona se transformó en un angel para ella en virtud del regalo que obtuvo, aun cuando el asunto del alismo deja una sensación de realismo, bien mágico hay que decir, pero realismo al fin. Me acordé a propósito de una película que vi. ¿Me habré topado con el mio? Tengo la impresión de que sí. Quiero creer que si. Hay algo con el cariño que depositan en ti, que te modifica y te eleva. The angel´s touch.
b
Parece que a veces el exceso de alcohol remueve tus neuronas y deja libres ciertas memorias. Me encantan las mías. Me hacen partir mi acotado año con ganas y un poquito más cerca del sol. ¡Qué lindo que ando hoy!


Gracias por leer y compartir. Los quise.

b
Eso

b
B.
b
b
PD: No me estoy despidiendo de los blós. Lo de "los quise" es un modismo antiwi, que se me quedó pegado. Aclaro porque ya me hicieron la pregunta y me da una lata espantosa andar repitiendo las cosas. Hace demasiado calor para hacerlo.